por Soli Aranda
Cuando salto, hago inversiones, piruetas (y demás) siento que mi cuerpo cobra una dimensión distinta, que viaja a algún lugar paralelo, que se desordena, pero que en realidad se ordena.
Que deja de ser mío pero es más mío que nunca, que pienso con mis pies, que camino con mi cabeza, que todo se sale de lugar y, sin embargo, parece estar en el lugar perfecto.
Y cuando hago y pienso sobre esto, me viene a la mente este fragmento de una película que yo devoraba a mis seis años.
Saltar, invertir, bailar, girar…Me conecta a esta escena que me sigue volviendo loca (o me deja más cuerda que nunca).